Evolución

Igual que Don Redondo ha evolucionado a Mundialito o Foquiño a pasado a ser Foquiño lindísimo, adentrarme en el misterioso mundo de las reformas ha provocado que mi persona haya evolucionado de manera extraña hacia un ser diferente que:

1. Compra revistas de decoración de manera compulsiva. He llegado a comprar la misma dos veces por error.

2. Se ha sumergido en el mundo picasa para mantener informado a todo el mundo de los destrozos del piso.

3. Es incapaz de no introducir en cualquier conversación una alusión a la marcha de la reforma:
- Pues se compró un abrigo rojo muy chulo.
- ¡Qué casualidad! nosotros hemos escogido el suelo del aseo en un tono rojo teja muy chulo, acompañado de unos azulejos en rojo, gris y blanco para la ducha, aquí mismo tengo las muestras... ups, perdón.

- Estoy deseando que llegue el fin de semana para descansar, llevo una semana horrible.
- Y yo, esta semana no han hecho nada, y en cambio la pasada ya arrancaron todo el alicatado y desencombraron, estoy deseando que sea lunes para pasarme por la obra a ver los avances... ups, perdón.

- Aun no sé que hacer con este artículo, ¿a qué revista lo envio?
- Pues anda que yo... miedo me da cuando tenga que escoger la pintura para las paredes, con lo que nos ha costado decidirnos por los tiradores de la cocina... ups, perdón.

4. Lleva constantemente un metro en el bolso y lo saca en décimas de segundo en cualquier ocasión, ya sea para medir paredes, muebles o la distancia que ha de haber entre la mesa y la pared para levantarse cómodamente de la silla.

5. Y como no, escribe un post sobre su reforma con una "bella" foto del antes y el durante de la cocina en el encabezado y una foto de lo que esperamos ver en unos meses como cierre.

Una desventaja


(Del taller a casa...)

- Pues que día malo que hace ¿verdad?
- Sí, menuda primavera que tenemos, ahora sí que estarán los embalses a rebosar.
- A ver si se pone bueno pronto, bueno, cuéntame que pasó con el coche.
- Pues nos íbamos a Vilagarcía y en lugar de arrancar aquello sonaba como una castañuela.
- ¿Sabes arrancarlo con las pinzas?
- No me atrevo, a ver si acabamos con los dos coches en el taller.

(...)

- Yo ya estoy jubilado, ahora lo lleva todo mi hija, le encanta el taller, ya de siempre le gustó conducir y todo lo relacionado con los coches... Muchas veces se va con el marido a Portugal, les encanta, a mi en cambio no me gusta mucho la comida portuguesa.
- ¿Qué me dice! Con lo rico que está allí el bacalao, lo preparan de maravilla en cualquier sitio de mala muerte.
- No sé, será manía mía, en cambio a ellos les encanta.
- Ahora todo el mundo va mucho a Portugal por Ikea.
- Sí, mi hija alquiló una furgoneta donde mi sobrino, que trabaja en Europcar, y se trajeron un montón de muebles. Me costó un poco montar el primero pero luego ya conocía bien todos los tornillos y es muy fácil, además están muy bien de precio.
- Pues un amigo mío pagó para que se los llevasen a casa y yo creo que esos 200€ compensaron el alquilar la furgoneta y sobre todo el cargar los muebles...
- Es verdad, porque mi hija, vive en una casa antigua y es un tercero sin ascensor, yo les quería ayudar, pero sólo se los bajaba de la furgoneta y el marido los subía al piso, es que está en forma. Antes hacía taekwondo, así se conocieron, en el gimnasio.

(...)

- Vaya, pues parece que con las pinzas ya arranca, así que ahora volvemos a tu trabajo y ya me lo llevo yo al taller.
- Lo que pasa es que igual voy a recoger el coche un poco tarde...
- No pasa nada, hablas con mi hija y a ella no le importa esperar. Como no tiene hijos y le gusta el taller... A veces tengo que estar encima de ella para que se marche y me dice: "ya cocina la cena mi marido", porque ahora las cosas han cambiado, para bien ¿eh? para bien...
- ¿Y su otra hija tiene hijos?
- Que va, no me dan nietos ninguna de las dos, la pequeña ni siquiera tiene novio. Ni tiempo tiene, es juez y tiene la casa llena de libros en estanterías de Ikea. Mi mujer me dice que en un día le va a decir algo a la mayor, pero yo le digo que la deje tranquila... que en esas cosas es mejor no meterse.
- Pues tiene toda la razón, a mi mi abuelo me trae la cabeza loca con eso de que no llegará a conecer a sus biznietos... Vaya, ya llegamos. Por la tarde me paso a recogerlo. Muchas gracias por todo.
- Me alegro.

Cuando viva en el centro, me perderé la mitad de estas conversaciones, alguna desventaja tenía que tener abandonar la periferia ¿no?

¡Aleluya!

Ya lo notaba ayer por la mañana, la yema de mi dedo gordo ya anunciaba su salida inminente, sí, ahí estaba el pelo cabujero asomando en la punta de la barbilla… Ya es habitual que me salgan este tipo de pelos de suegra, pero este era diferente, era blanco. A lo largo del día crecía más rápido de lo normal, cuando llegué a casa lo arranqué de un tirón rápido y limpio, pero… esta mañana ahí estaba acechante de nuevo, saliendo con más ímpetu, pero era incapaz de arrancarlo, demasiado corto pensé, pero cuando llegue la tarde te vas a enterar, correrás la misma suerte que tu antecesor. Al poco tiempo, mientras me lavaba los dientes sonó el teléfono:

-"Sí, ya han llegado, puede pasar a recogerlas cuando quiera".

Tantos meses esperándolas y ahí estaban a escasos metros de casa. Desde el 27 de Diciembre The Monch y yo nos preguntábamos si se habrían olvidado de nosotros, si estaríamos desprotegidos durante mucho más tiempo, pero no, ya estaban aquí: habían llegado las sagradas escrituras (del piso y la hipoteca).

No me importa ese pelo blanco que crece sin cesar en mi barbilla, no me importa si me salen algunos más, por fin tenemos un tomo y una página en el registro y la devolución de los escasos restos de la provisión de fondos. Con mis sagradas escrituras en una mano y la mano de The Monch en la otra, voy a separar las aguas de la ría e ir paseando a Cangas.