Lágrimas, rojeces y cabestros

Aunque tarde en escribir, no me diréis que el título del post no incita a la lectura. La verdad es que sólo quería comentar un par de cosillas que me han pasado últimamente.

Lágrimas y rojeces podríamos decir que es algo propio de mi persona, no se trata de depresión y cuperosis, simplemente cada día soy más llorona y me sonrojo con más facilidad, ya se sabe, con los años todo se acentúa como las patas de gallo y la celulitis.

Hace poco que he conseguido una plaza permanente en la universidad. El jueves pasado firmaba el contrato con una sonrisa en la oreja hablando sin cesar de la alegría que me producía aquel momento a una administrativa que con una media sonrisa no hacía más que señalar con su índice el lugar exacto donde garabatear mi firma. Por la noche, ya en casa, me puse a llorar y a sonarme desconsoladamente recordando los malos momentos por los que hemos pasado los contratados año tras año, con la incertidumbre de quedarnos sin trabajo sin más experiencia laboral que unas cuantas clases.

¿Y las rojeces? ¿y los cabestros?. Todo esto tiene que ver con mi querido Vicisitud, uno de los montadores de la polémica y exitosa Sin tetas no hay paraíso. Todo el mundo sabe que el protagonista de esta serie ha descontrolado las hormonas del 90% de las españolas de todas las edades. Admito que es un buen mozo, un buen cabestro, aunque no es mi tipo. La cosa es que este fin de semana Vicisitud visitó a su familia en tierras gallegas y trajo este regalito para su querida hermana: "esto por tu plaza, o porque sí, qué coño!". Cuando vi ese: "Tocotó! cariño!, no veas como me cuida tu hermano cada vez que monta una secuencia. Todos los besos que quieras... pa ti. Miguel". Me puse de todos los colores, ¡qué vergüenza! aunque, por otro lado... ¡la de envidias que voy a despertar!
Mañana mismo cuelgo el autógrafo en el despacho al lado del cartel del chiki chiki. A sufrir alumnas y profesoras que el cabestro me da todos los besos que quiera, ¡¡¡pa mi!!!.