Pingo

Pingo era amarillo como un pollo, con poco morro y mucha clase. Era suave y lleno de nubes por dentro y tan cómodo, tan, tan, cómodo que se transformaba en una cama en un abrir y cerrar de ojos, aunque no sé si su dueña llegó a usar este gadget... (que comente, que comente...).

Hace unos años me comentaron, "la gente no te toma en serio con un pingo" y digo yo ¿qué importa que te tomen en serio o no cuando conduces el vehículo más redondo del mercado? Sí, redondo: la carrocería redonda, los faros redondos, los puntos gordos amarillos que te indicaban el estado del depósito de combustible... Pero con los años Pingo, dejó de tener un motor redondo y empezó con los achaques propios de la edad, que si la batería, el cambio de marchas... tanta marcha tenía que hasta le empezaron a fallar los frenos. Con dolor de corazón su dueña se lo dejó a la Renault con los papeles de donación de piezas en toda regla y nosotros todavía lo echamos de menos.

Pingo tenía una conductora enfermera, dos pedales, tres puertas, cuatro plazas y ahora… un sucesor cinco estrellas.

De congreso en congreso


Hola a todos, no es que me haya olvidado de vosotros, pero así es la dura vida del congresista. Primero fue Bilbao (una semana), luego 4 días en Madrid y ahora me toca Praga (8 días). Y que nadie piense que me vengo de turismo, no, no, que una viene a trabajar duramente y a contar artículos dificilíiiiiiisisisisisimos y en inglés. Vamos que con el estrés no consigo disfrutar en condiciones de las ciudades que visito.

¿Ha colado? ¿no?, bueno, lo he intentado. Nos vemos a la vuelta.

P.D: Este post lo he escrito en un descanso entre sesiones y no en medio de una plenaria coñazo de esas ¿eh? aunque ganas no me han faltado...